Por Alejandro Sanchez
Te contamos los detalles de la película Isla de Perros, del famoso director Wes Anderson. Allí hace un trato distinto del lenguage inglés y japonés. ¡Te contamos por qué!
Polémicas con el cine de Hollywood en Asia
Cuando desde Hollywood se anuncia una nueva película ambientada en Asia o de temática asiática, la primera pregunta que se nos suele pasar por la cabeza es la de “¿qué polémica cultural va a haber esta vez?”.
No es para menos: uno de los temas más candentes de los últimos años en cuanto a la hora de elegir reparto es el del white-washing (o “blanqueo”), con ejemplos como protagonistas europeos y americanos en roles de actores asiáticos (como el caso de la cíborg Motoko Kusanagi en Ghost in the Shell (2017), interpretada por Scarlett Johansson, o la infame película Dragonball Evolution (2009), donde Justin Chatwin llevaba a cabo el papel de Goku).
Además de otras películas donde los protagonistas occidentales en un entorno asiático se llevan alta cantidad de críticas por parte de los medios y el público. Este es el caso de Tom Cruise en El Último Samurái (2003) y Matt Damon en La Gran Muralla (2017).
El caso de Isla de Perros
Esto ha cambiado poco a poco con lo que los varios directores consideran “muestras de amor”, aunque no por completo. A finales de 2016 se lanzó Silencio, una película dirigida por el ilustre Martin Scorsese y basada en la novela homónima del autor japonés Shūsaku Endō, que narra las penurias de dos misioneros jesuitas y sus intentos por difundir la fe católica y encontrar a su mentor.
El historiador Jonathan López-Vera describe en detalle en su página las diferencias entre la novela original y la adaptación cinematográfica. El caso de Isla de Perros, dirigida por Wes Anderson y lanzada este mismo año, tiene ambas caras de la moneda según la crítica. Uno de los puntos más llamativos de la película es su trato del lenguaje japonés e inglés, que veremos a continuación.
Isla de Perros es una película animada en la que se narra la crisis de gripe canina en la ficticia ciudad de Megasaki, en Japón. Por edicto del alcalde Kobayashi, todos los perros han de ser deportados a una isla para evitar que se propague la enfermedad, aunque haya otros motivos detrás de esta nueva ley. Atari, un joven japonés, decide ir a esta isla en busca de su perro Spots y cuenta con la ayuda de varios de los “habitantes” de la isla, como Rex, King, Boss, Duke o el perro callejero Chief.
Quienes hayan visto ya la película sabrá que hay dos categorías en cuanto a los idiomas de la versión original. Los ciudadanos de Megasaki (el alcalde Kobayashi, Atari, etc) son los únicos que hablan japonés. Pero el inglés se reparte entre los perros, los intérpretes internacionales y personajes puntuales relacionados con la trama. Cuando Atari interactúa con los perros, ellos no entienden lo que dice, sino que lo “intuyen”, al igual que el público que no habla japonés. Los detalles importantes de la trama no se pierden: cuando el alcalde Kobayashi lleva a cabo sus discursos, sus palabras son solapadas por las de la intérprete simultánea que encaja dentro del contexto de la película. Son los matices menores, como Atari pidiendo ayuda o Kobayashi dando órdenes, donde el espectador no sabe qué es lo que dicen, pero a la vez sí.
Lenguaje gestual y emocional
Esto es gracias a dos puntos: el lenguaje gestual y el lenguaje emocional. Cuando Atari busca en su bolsillo la foto de su mascota, se la enseña a los demás perros y repite su nombre (“Spots, Spots”), los perros entienden que el joven está buscándole y por ello les pide ayuda. Cuando les da la orden de “sentarse” para afianzar su rol como líder de la “manada”, no necesitan entender la diatriba japonesa que Atari suelta antes para saber que, cuando señala el suelo con el dedo, lo que quiere es que los perros se sienten.
Del mismo modo, cuando el alcalde Kobayashi chasquea los dedos, se entiende que está llamando a un subordinado, al igual que cuando lee en detalle el informe sobre la cura de la gripe canina no importan los detalles, sino que basta con saber que no le gusta para nada lo que está leyendo en voz alta.
Hay quien, no obstante, critica esto mismo. Justin Chang, del periódico L.A Times, destaca que “la mayoría de los diálogos en japonés, sobre todo los de Atari, están recortados de tal forma que alguien que no hable el idioma pueda entender lo que se dice por contexto y gestos faciales: los diálogos más extensos y complicados cuentan con la intervención de un intérprete”.
Pero a la vez, “los perros hablan inglés americano de forma clara, lo que resulta ridículo […] y mediante marginación lingüística convierte a los habitantes de Megasaki en extranjeros de su propia ciudad”. Por otra parte, la escritora Mana Yaeko señala en Nippon.com que “no cree que existan incorrecciones políticas en Isla de Perros, pero quizá haya algún problema en lo relativo al idioma”
¿A ustedes qué les ha parecido cómo se usan los dos idiomas en la película? ¿Están de acuerdo con la crítica? ¡Queremos saber sus opiniones sobre esto!
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