Por: Alejandro Sánchez
En el popular distrito de Akihabara, Tokio, aquellos interesados en videojuegos tienen la oportunidad de acudir a dos cafés temáticos de una de las franquicias más populares de la actualidad: la saga de rol ‘Final Fantasy’. Quizás más conocido sea el ‘Square-Enix Café’, que abarca la mayoría de los juegos de la compañía (incluyendo series como Dragon Quest, NieR, etcétera). Pero hoy visitaremos el Eorzea Café basado en el famoso MMO, Final Fantasy XIV. La pregunta es, ¿qué es lo que lo hace un lugar interesante?
El Eorzea Café, además de punto de peregrinaje para los fans acérrimos de FFXIV, es un local bastante amigable para quien no conozca la saga o no tenga interés en general en los videojuegos. En el segundo piso de Pasela Resorts podemos encontrarnos con este recinto, basado en uno de los puntos de encuentro más conocidos dentro del juego (Carline Canope, en Gridania). Aquí podemos disfrutar de una amplia variedad de platos y bebidas temáticas, sorteos de merchandising y varios regalos con nuestros pedidos. Sin embargo, antes de poder disfrutar de esta experiencia toca la parte complicada: poder entrar en el local. El sistema de reservas: ¿cómo funciona? Quienes no sepan japonés o quienes estén ante su primera experiencia con un café temático pueden sentirse confundidos ante las opciones tan complicadas que hay a la hora de reservar un sitio. Desde aquí intentaremos resumirlo lo mejor posible para quienes estén interesados en acudir, sin tener que sufrir demasiadas penurias. Existen, por así decirlo, tres métodos para comprar entradas para el Eorzea Café:
1. Presentarse en el local sin entrada: La más simple y directa, aunque también la que da menos garantías de éxito. Este método sólo funciona en determinadas franjas de tiempo: si vamos entre semana en los dos primeros turnos del día (es decir, a las 11:30 y a las 14:00), es posible que haya sitios libres. En el caso de querer ir en fin de semana o en la última sesión (a las 19:00), hay que hacer una reserva sí o sí.
2. Conseguir la entrada por un intermediario: La forma más segura si no vivimos en Japón o no nos importa pagar “un poco más” (bastante más) para asegurar esas entradas con antelación. Se puede tramitar la reserva con páginas como Voyagin.
3. Hacer una reserva desde la página web: La opción más complicada a primera vista debido al idioma, aunque realidad sea la más práctica en caso de vivir en Japón (o, incluso, se puede tramitar desde el extranjero). Con esta opción podemos saber en qué días hay sitios libres, cuántos sitios hay disponibles y realizar una reserva por 1.000¥ por persona. Una vez comprada la entrada, se puede pagar por tarjeta de crédito o en el Lawson más cercano.
Ya estoy en el local, ¿ahora qué?
Sea cual sea el método elegido, al llegar a recepción podemos ver una variedad de merchandising del juego. Hay desde peluches o zapatillas de moguris hasta puzzles o camisetas de la expansión más reciente, Stormblood. En el mostrador suele haber alguien que hable inglés, así que para quienes no se manejen demasiado con el japonés es algo de agradecer. Si hemos hecho reserva, nos darán a elegir un posavasos entre todas las clases del juego y una tablet desde la que ver el menú y pedir lo que queramos, con bebida gratis incluida. Tras una breve explicación en perfecto japonés de las prohibiciones del local (mayormente, no grabar audio/vídeos dentro, no tocar los artículos expuestos y no fumar) así como avisos (el baño está fuera del local pero en el mismo piso y el último pedido hay que hacerlo 30-40 minutos antes de que acabe la sesión), podremos entrar por fin y ser guiados por uno de los camareros hasta nuestro sitio. A partir de ahí, empiezan las dos horas de experiencia.
Eorzea Café: Sorteos, regalos y comida:
Ya desde la entrada se pueden ver varias partes sorprendentes del café. En pleno centro hay cuatro ordenadores donde los clientes pueden jugar al Final Fantasy XIV. Además, en las paredes hay colgada decoración temática como un arco inmenso, un rifle de maquinista, una representación de moguris festivos o un precioso vitral de Gridania. Al sentarnos tendrá lugar un sorteo de lo más nostálgico: mientras suena música del casino Gold Saucer, los empleados del café sortean hasta tres premios entre los clientes, mostrándolos antes a todos los presentes. Los premios son:
¡A partir de ahí, a comer y beber! En el sitio oficial podrás ver la carta de todo cuanto se vende. Aunque como es de esperar, en persona tienen un aspecto mucho más exquisito. Por lo general, la calidad de la comida es notable y el punto fuerte son las bebidas, que pueden resultar interesantes por sus sabores únicos o incluso por sus formas de prepararlas. El menú desde el que podemos pedir los platos es muy intuitivo: tan sólo hay que pulsar el plato que queramos en la tablet y nos lo traerán al momento.
Por cada pedido que hagamos, sea cual sea, uno de los empleados nos regalará un posavasos aleatorio que podemos coleccionar. Actualmente hay más de 60 posavasos, entre los que se reparten en eventos limitados y los que están siempre disponibles. Son, de hecho, uno de los motivos por los que los aficionados suelen repetir sus visitas al local. Aunque si no nos interesa coleccionarlos o tenemos la mala suerte de que nos toquen repetidos, podemos dejarlos en una cesta que hay en un rincón de la sala (sobre el peluche de un gato gordo), para que otros clientes puedan quedárselos y dejar los suyos propios. Al acabar podemos quedarnos con una tarjeta de puntos para conseguir más productos, como un pin de nuestra Grand Company preferida o una placa de mármol de nuestra elección.
En definitiva, como café temático es un buen punto de partida. No es el local más espectacular, como otros casos como el restaurante de robots de Shinjuku o el de ninjas de Akasaka, pero es un lugar bastante tranquilo en el que disfrutar durante dos horas de platos que no pueden encontrarse en ninguna otra parte.
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